La primera epístola del Apóstol Pablo a los hermanos de Corinto.
Es un compendio muy provechoso de doctrinas y exhortaciones que pretenden darle a los fieles luz y entendimiento acerca de su comportamiento en medio de su entorno, sea este dentro y fuera de la iglesia.
“Háganlo todo con amor.” 1 Cor. 16:14 RVC.
Despierta nuestra curiosidad que para el capítulo final de la emblemática carta
concluya con una invitación a tomar en cuenta la súper fuerza del amor o diciéndolo
de manera más demandante “al deber de amar en todo momento y en todo lo que
hagamos”.
Una buena doctrina, “bien definida”, puede beneficiarnos con claridad de
pensamientos y nos ayuda a entender nuestros valores y creencias, lo que nos
permite tomar decisiones coherentes y alineadas a nuestros principios. Además, nos
añade sentido de propósito y dirección en la vida, lo que puede ser motivador y
gratificante. No obstante, la práctica del amor o el amar cultiva una actitud y
comportamiento lleno de compasión y empatía hacia todas las personas y
situaciones en nuestras vidas. Implica tratar a los demás con amabilidad,
comprensión y respeto, independientemente de sus diferencias o circunstancias.
Amar implica la promoción de la unidad, la armonía y la paz en las relaciones en la
iglesia y el mundo en general, fomentando un sentido de conexión y comunidad. En
resumen, nos compromete a vivir con un corazón amoroso y generoso en todas
nuestras interacciones y decisiones.
